Las cosas que uno hace

Hail, hail, hail!!!

Esta columna NO fue publicada en La Razón

para ver cómo me siento al respecto, dar click acá.

Uno puede hacer cosas (hasta lo indecible) por los amigos o por verdadera convicción. Por esperanza, por borreguismo, o por fe (la hay política, la hay religiosa) o por mera estupidez (que es casi lo mismo que la anterior, es decir, apagar la razón), justo como las familias de las consagradas al Padre Maciel pensaban que hacían algo bueno por sus hijas. Cof, cof. Pues bien, yo acabo de regresar de un evento proselitista con el próximo gobernador de Tamaulipas. No digo candidato porque aunque soy tan  homínida como el que más, nunca ha sido mi vicio chupar mi pulgar oponible. No podemos hablar realmente de democracia cuando los otros partidos de oposición, además de los chiquilines, no se han tomado ni la molestia de ensuciar nuestra ciudad con su propaganda. Un par de espectaculares azules por toda la ciudad, algunas paredes pintadas de amarillo y sol, pero no más. La ciudad tapizada con los colores de la bandera, todos los taxistas, microbuseros, petroleros y maestros con los letreros del “candidato” y la entrega semanal de despensas desde finales del año pasado (con sus rigurosas listas de beneficiarios): estamos ante una multimillonaria simulación de una parte y una gran incompetencia de la otra.

Nos citaron unas tres horas de que llegara el casi gobernador. Los expertos en crear redes, hacer contactos, saludar a las personas indicadas y pulir traseros estratégicos, no perdieron su tiempo. Yo conté las mesas y multipliqué por las sillas: 1,440 gorrones al desayuno, más los parados que no alcanzaron lugar, tal vez unos 1,500, sin contar a los meseros, camarógrafos y fotógrafos. El aire acondicionado funcionaba a la perfección, los baños limpísimos y sobrados en número, los meseros que acudían prestos al llamado del café, se respiraba un ambiente de “en Tamaulipas todo está perfecto”. Al llegar, las edecanes (casi todas rubias artificiales) indicaban la mesa asignada al gremio de cada uno: estábamos los artistas (debo incluir una sonrisa sarcástica cuando digo la palabra), maestros, funcionarios en activo, los retirados, deportistas, empresarios, mecenas, promotores culturales, líderes de esto y aquello, las barbies que yo supongo eran el accesorio de ciertos hombres de poder, etc. El menú: café, jugo de naranja natural, plato de frutas, chilaquiles con inoculación de pollo y frijolitos. La música de fondo: la canción del candidato que subliminalmente se grababa en nuestros cerebros a fuerza de escucharla vez tras vez. Sobre la mesa, un librito para cada quien, en papel brillante y full-color sobre las buenas intenciones y promesas para Tamaulipas de este hombre.

Al fin llegó el tan esperado. Casi todo mundo se puso de pie, en un reflejo cuasi-católico; hasta me pareció escuchar una campanita en la lejanía. No sé si la gente se paraba para verlo, o para que él viera que estaban allí, o simplemente porque todos lo hacían y hay personas muy miméticas. Yo por supuesto permanecí con mi trasero bien pegado a la silla. Con mi reducida estatura no haría mucha diferencia de todas formas y ciertamente la plática con mis compañeros de mesa era mucho más interesante: había una barbi teñida de rubia en la quinta década, bronceado de máquina, cuyas piernas eran realmente perturbadoras y no de una manera positiva. Luego vino el largo proceso de que el candidato pasara por cada mesa y estrechara nuestras manos. No se me ocurrió llevar el gel desinfectante. Sólo dios sabe en donde hayan estado las manos de todos esos asistentes. Luego vinieron las fotos grupales, las sonrisas obligadas y el protagonismo de algunos. Después el discurso, agradecimientos, apoyos visuales en pantalla, aplausos y supongo que una que otra lagrimita.

Afuera, el calor era abrumador. Quemaba estar a la intemperie. Dice la radio que la sensación térmica es de 45ºC. Salí en mi auto, atrás de camionetas nuevísimas y lujosas (gente bien o narcos, ya se sabe que los gustos automovilísticos a veces se sobrelapan). La calle que da al centro de convenciones estaba flanqueada por estudiantes de prepas públicas y señoras de colonias populares que sostenían banderas con el nombre del candidato, su partido, y saludaban y gritaban con un triste entusiasmo. Quién sabe desde qué horas esperaban la salida del candidato. Sentí pena por ellos y alivio por irme de allí. Algunos reciben torta y refresco por su voto. Otros, desayuno en el centro de convenciones. Todos somos acarreados, pero unos más VIP que otros.

16 responses to “Las cosas que uno hace

  1. lord iceman

    se ve que ese estilo de politica priista seguira por muchos años mas

    • Liliana V. Blum

      Lo triste es que la gente le ayuda a los partidos a seguir siendo lo que son. Aquí mi columna no pasó “el tamiz” del editor, que seguro no quiere quedar mal con el candidato. Y el susodicho no sabe ni que existo, y seguro jamás me habría leído de todas formas.

  2. Aplaudo tu columna. Lamento que no se haya publicado en La Razón. Estoy segura que muchas personas la hubieran disfrutado tanto como yo.

    • Liliana V. Blum

      Gracias por leerme, tocaya. Y pues creo que los lectores no son lo importante para los periódicos, sino los patrocinadores, y supongo que el PRI paga muy generosamente su publicidad en los diarios. Por eso mi columna incomoda. Lo bueno es que el internet es eso, libre.

  3. Felicidades por la excelente reseña del evento.

    La actitud de los medios (si, la peor censura es la que uno mismo se impone) obecede aquella maxima Lopez-Portillista “no pago para que me peguen” que uno desearia haber dejado en los 80’s.

    Shame on us.

    • Liliana V. Blum

      Sí, Feki. Esto fue como un VH1 ochentero de política nacional. Un dejavú no muy lejano. Y uno piensa que se avanza, a trancas y barrancas, pero se avanza. Pues no.

  4. Aprendí una lección: siempre cargar gel antibacterial, no vaya serla de malas.

  5. Estimada Liliana, creo que sobran todos los cumplidos que le puedo hacer, creo que sabe todo lo que pienso de usted, así que no diré eso de que sos mi escritora favorita y que me gustan las columnas que leo semana a semana. Pero bueno, la cosa acá es que hoy estoy apenado por lo que pasa con su columna, me da vergüenza vivir en este país en donde la libertad sólo funciona para que nuestros políticos digan pendejadas, para que los pinches ministros de culto se llenen la boca de verdades absolutas que sacan de la mentira más vieja en la historia del hombre. Me da pena gastar mi platita en periódicos que censuran opiniones valiosas por ese ridículo miedo a quedar mal con uno u otro candidato.

    Y encima de todo, son brutos que no saben que la crítica vende y generar el simulacro de apertura, democracia e imparcialidad es lo de hoy, se parecen a tus amigos de esa noche de la cena, esos que se nombraban con apodos y platicaban de huequedades.

    Pero bueno, usted no les de el gusto, que si lo hace a nosotros nos quita el gusto de leerla en el periódico, siga así sin dejarse de estas cosas.
    Saludos y un día de estos platiquemos de anarquistas.

    • Liliana V. Blum

      Ah, mi estimado joven B. de la Torre, no sabe el gusto que me provoca tenerlo por estos rumbos de la columna, como siempre.

      Tiene razón, efectivamente hubieran vendido más, pero supongo que hacen sus cálculos y es más jugoso lo que el PRI paga por su publicidad, aunque se queden con todos los ejemplares. Así las cosas. Ciertamente La Razón no es Regeneración, y tampoco trabaja Librado Rivera en él.

      Y espero muy pronto platicar con usted de anarquistas o a lo que el tema y el clima nos lleven, sí. Usted tendrá que ser paciente, que soy medio bruta para esas cosas, así que tendré que escuchar de cerca y despacito.

  6. ¿Que de qué escribir ahora Liliana? Eso de la censura si que es nefasto, pero porfa, sigue escribiendo de todas esas cosas que nos hacen pensar, que nos ponen en jaque aunque no siempre nos guste, escribe de la ñora Goldman, de los Flores Magón, de los anarquistas, de las críticas a la iglesia y a los ridículos políticos que tenemos… escribe, escribe, escribe de tu sentir y sigue sembrando ideas que florecen en cabecitas como la mía. A pesar de la censura y por la censura escribe, pues como dice el señor B. de la Torre es por eso que muchos disfrutamos leerte.
    Y desde las faldas del mítico cerro de la Estrella en Iztapalapa, va para ti un saludo.

  7. Liliana V. Blum

    Mi querida Lola que trasmite desde las faldas del mítico cerro de la Estrella, le agradezco desde las orillas de la Laguna del Champayán, hogar de cocodrilitos y moscos palúdicos y denguistas, el que me siga leyendo. De hecho tendría que estar escribiendo algo justo ahora para el periódico.

    Por otra parte, necesito un poco de inspiración del JOVEN (cuál señor, pa’ná) B. de la Torre para tocar otros temas (a ver si un día de estos me la da). Mientras, habrá que conformarse con lo que se me ocurra esta mañana, que no será mucho, dado que lucho contra unas bacterias hijas de la manta fiada que me traen azolada. Se las deseo de todo corazón a todos los candidatos de todos los partidos, para ser bien justa. May you piss blood, así en inglés para que no suene tan mal.

    Mando abrazo, señorita Lola. 😀

  8. Gabriela Othon

    Querida Liliana, Acabo de leer entre tus tribulaciones, que “los gobiernos y las religiones son los dos males del mundo”. Lamento que no fue publicado “las cosas que uno hace” lo que nos queda es sentir todo esto con disgusto. Vegetar dentro de un escenario lleno de entreguistas viviendo del aplauso de los acarreados. Es como vivir en un vacio dentro de otro vacio. Pienso en los políticos y en esta frase común: “el hombre es un animal” y esto procede, de lo que muy sabiamente dices, “cuando se apaga la razón”. Considero que los políticos siempre tienen apagado ese botón. Me pregunto, si el mal del mundo consiste en sobrevivir entre esta gente hueca o vivir en una solemne borrachera, defendiendo nuestra locura natural y la dignidad del alma.

    • Liliana V. Blum

      Ay Gaby, qué cosas tan hermosas dices. Defender nuestra locura natural y dignidad del alma, en una solemne borrachera de vida. Eso. Me llevo eso para el resto de la tarde. Te mando un gran abrazo.

  9. cesar ramirez

    Estimada Liliana
    No pudiste ser mas descriptiva en tu reseña del evento, pero lo descriptiva no fue realmente lo mejor, del caso, si no que fue la forma en que acertaste diria yo de manera tal precisa, alquien escribio que cada pueblo merece el pais que tiene, nosotros, merecemos este Mexico de hoy, por que cada boca cerrada, cada reclamo en lo obscurito, cada queja en el espejo es NADA, en fin un abrazo para ti, Ramon y los niños y gracias por compartir tu fina y exitante experiencia de desayunar con nuestro ahora …….. que te digo

    • Liliana V. Blum

      De nada César, gracias por leerme. Tengo ya meses sin actualizar este blog. Saludos para ustedes también, muchos abrazos a Dulce y a las niñas.

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